Al aumentar los costos variables, las centrales se utilizan menos y, eventualmente, el costo de cerrarlas es menor. Pero estos tributos deben implementarse bien, aplicándose a los costos variables, a diferencia de lo que ocurre con el impuesto actual a las emisiones de CO2.
[Fuente: Editorial, El Mercurio] En el marco de los acuerdos para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, el país se ha comprometido a eliminar las centrales generadoras a carbón al año 2050. Las conversaciones entre el Gobierno y las empresas han llevado a que algunas centrales más antiguas y menos eficientes ya estén desconectándose del sistema. El problema es que gran parte del parque de generación a carbón es nuevo, de manera que en 2030, por ejemplo, el 65% de la capacidad tendrá menos de 20 años; es decir, recién habrán cumplido la mitad de su vida útil. Hoy, el carbón representa el 40% de la generación, siendo la principal fuente. Una forma eficaz de reducir el uso de las centrales termoeléctricas (carbón y gas), sin eliminarlas, es mediante impuestos a las emisiones de CO2.
Al aumentar los costos variables, las centrales se utilizan menos y, eventualmente, el costo de cerrarlas es menor. Pero estos tributos deben implementarse bien, aplicándose a los costos variables, a diferencia de lo que ocurre con el impuesto actual a las emisiones de CO2. Bien aplicado, incluso el mínimo impuesto anual de US$ 5/ton de CO2 reduciría sustancialmente las emisiones en verano, cuando la energía solar es más abundante. Un impuesto de US$ 30/ton —que reflejaría mejor el costo social de las emisiones— reduciría el uso de carbón a, aproximadamente, la mitad hacia 2026. Otra alternativa es la reconversión de las centrales a carbón al uso de gas natural, o de gas combinado con carbón, o incluso a biomasa. Algunos tipos de reconversión reducen la capacidad de la central, pero pueden hacer que tenga una operación más limpia. Además, permiten operar a baja capacidad y reaccionar rápidamente a la demanda.
Ello ayuda a resolver el problema de las energías renovables no convencionales (ERNC): su variabilidad. En el caso de la generación eólica, el disponer de unidades repartidas por el país reduce esa dificultad; en cambio, la energía solar (salvo en el caso de las plantas termosolares) deja de generar durante la noche y debe ser reemplazada. Las centrales a carbón tienen dificultades para realizar este reemplazo, pues son de lenta respuesta y esos cambios dañan los equipos. Otra forma de acomodar las variaciones en la generación ERNC son los embalses. Si estos acumulan agua durante el día y generan por la noche, operan como baterías del sistema.
Si además se construyen estanques de acumulación en centrales de pasada, esta capacidad de regulación puede duplicarse. Ello requiere de líneas de transmisión con capacidad suficiente, como la que está pronta a ser inaugurada entre Cardones y Polpaico. El país se ha comprometido a ser carbono neutral a 2050, es decir, que su crecimiento ya no genere emisiones adicionales de CO2, para luego reducirlas. El Gobierno tiene ambiciones de anunciar un adelantamiento al 2040. Para ello se requiere la conversión de unidades, impuestos a las emisiones y más inversión en ERNC. Los acuerdos con las empresas son formas de adelantar este compromiso.
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