[Editorial] Hace algunas semanas, en un webinar con un grupo diverso de destacados panelistas, Generadoras de Chile dio a conocer los resultados del estudio “Trayectoria del Sector Energía hacia la Carbono Neutralidad en el contexto del Objetivo de Desarrollo Sostenible 7”. El ODS7 propone como objetivo el alcanzar Energía Asequible y No Contaminante. En dicho estudio se analizaron los costos y beneficios, y las acciones requeridas del sector energético, para poder llegar a la carbono neutralidad como país en el 2050.
No solo se buscó medir la costo-eficiencia de dicha trayectoria, sino que también incorporar variables de reducción de contaminantes locales y beneficios en la salud de las personas.
El objetivo general de este estudio - realizado por el académico de ingeniería industrial de la Universidad de Chile Jacques Clerc, con la consultora E2BIZ - fue desarrollar y analizar una ruta de descarbonización de la matriz energética, esto es el uso de combustibles fósiles en transporte, para generar electricidad, industria, hogares, etc, de Chile al 2050 en línea con el Acuerdo de París. Para ello, se construyeron y analizaron posibles medidas que aportarán a la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero, así como su costo-eficiencia en el contexto nacional, el cual requiere que al 2050 todos los sectores emisores deben emitir, como máximo, la misma cantidad de emisiones que los bosques absorben anualmente. El estudio no tuvo en su alcance medidas en el ámbito de captura de CO2.
Como sector, creemos que esta transición debe tener en su foco la resolución de tres importantes problemáticas: la crisis climática, la contaminación local del aire de las ciudades de Chile y la inequidad energética. Así, el estudio analiza como componentes relevantes las emisiones globales (cambio climático), las emisiones locales (contaminación y calidad del aire) y el acceso equitativo de energía de calidad (pobreza energética). Resulta fundamental, en el contexto de la transición energética, entender el estrecho vínculo entre la meta de carbono neutralidad y la importancia de mejorar directamente la calidad de vida de las personas.
Hoy, la matriz energética de Chile, considerando la energía utilizada para el transporte, la industria, producción de electricidad, los hogares y el comercio, está principalmente compuesta de combustibles fósiles. En el año 2018 solo el 27% de la oferta energética total - oferta primaria e importaciones netas de combustibles - correspondió a energías renovables, principalmente biomasa/leña (20%), y el 73% restante corresponde a combustibles fósiles, siendo así el petróleo (utilizado principalmente para el transporte), carbón (utilizado para generar electricidad) y gas natural las fuentes dominantes de energía y principales responsables de las emisiones de gases de efecto invernadero en Chile.
Por otro lado, más del 50% de la población está expuesta a niveles de contaminación por sobre el estándar nacional de calidad del aire, causando más de 3.600 muertes prematuras al año según el Quinto Reporte del Estado del Medio Ambiente, Ministerio de Medio Ambiente (2019). Además, el uso de leña no sustentable y húmeda perdura como el energético dominante para la calefacción, siendo la principal fuente de emisiones de MP2.5 con más de 85% de las emisiones del país, lo que sumado a la mala calidad de la vivienda y su aislación térmica, agravan las emisiones y el daño a la salud de la población.
Por otra parte, las viviendas en Chile presentan una muy baja eficiencia energética. La pobreza energética se relaciona principalmente con la mala calefacción: el 34% de los hogares urbanos no tienen acceso equitativo a servicios energéticos de calidad y el 64% de las casas chilenas tienen bajo rendimiento de eficiencia energética, según estudios de la Red de Pobreza Energética (RedPe, 2019). A esto se suma que en invierno, en los días más fríos, las personas más vulnerables viven hasta a 6,5° bajo la temperatura confort, según la información de la Red Nacional de Monitoreo del Minvu 2017. Precisamente, bajo este complejo escenario, el estudio busca analizar las diversas medidas que en una trayectoria a la carbono neutralidad presentan también respuesta a estos desafíos.
En primer lugar, vale la pena destacar que aquellas medidas que más aportan a la reducción de emisiones ya se están realizando en el sector de generación eléctrica. Éstas son el retiro de centrales a carbón y el aumento de la generación en base a energías renovables. El estudio estima que alrededor de un 60% de las reducciones necesarias para alcanzar la carbono neutralidad en esta década (2020 - 2030) provendrán de medidas en el sector de generación eléctrica, mientras que para las siguientes décadas las medidas en el sector transporte jugarán un rol fundamental.
Adicionalmente, el análisis de la ruta de descarbonización al 2050 del estudio revela un importante aumento en eficiencia energética, reflejado en una reducción en la demanda de energía de un 30% comparado a un escenario base de no carbono neutralidad. Las principales medidas se relacionan con la sustitución de combustibles fósiles por electricidad, lo que en sí aumenta la eficiencia. Así, considerando las medidas para la carbono neutralidad, la tasa de electrificación pasará de 24% a un 54%, liderada por la electrificación del transporte terrestre, que pasará del 2% a un 61%, y del consumo energético de las edificaciones, que llegará a un 76% de electricidad.
Finalmente, se realizó un análisis de costo-beneficio de las medidas consideradas dentro de la trayectoria de carbono neutralidad integrando los beneficios sociales y ambientales de dichas medidas, a modo de cuantificar la oportunidad de avanzar en las tres dimensiones mencionadas: contaminación global, local y equidad energética. Bajo estos criterios, la medida más costo efectiva resulta ser el reacondicionamiento térmico de las viviendas con la incorporación de calefacción sostenible. Para cumplir con este objetivo al 2050 tendremos que considerar que más del 50% de las viviendas deberán tener el más alto estándar de eficiencia energética, y se requerirá reemplazar calefacción en base a leña, que hoy es cerca del 70% de los hogares, por calefacción con bombas de calor eléctricas.
Otra medida, con gran impacto en emisiones locales y globales, es el transporte sustentable, donde se requiere la implementación de más redes de Metro, micromovilidad eléctrica, uso de tecnologías cero emisiones como el hidrógeno verde para transporte de carga y trenes interurbanos entre otras, contribuyen directamente a la reducción de emisiones locales junto con reducir emisiones de gases efecto invernadero. Adicionalmente, si bien la línea base del estudio ya considera la electrificación masiva del transporte público, para alcanzar carbono neutralidad es necesario la electrificación de medios de transporte privados, como los vehículos y taxis eléctricos, lo que trae beneficios económicos y sociales sustanciales.
Estas medidas en el ámbito del consumo de energía permitirán reducir las emisiones y concentraciones de material particulado, lo que se traduciría en beneficios sociales anuales de US$ 2.000 millones, gracias a la reducción en un 90% del material particulado fino (MP2.5) al 2050 evitándose alrededor de 3.000 casos anuales de muertes prematuras. Al integrar los co-beneficios de mejor calidad del aire, el valor presente de los beneficios sociales de la trayectoria de carbono neutralidad del sector energético, entre el 2020 y 2050, pasan de US$ 74 a US$ 106 mil millones, lo que al considerar la inversión requerida de US$ 67 mil millones resulta en beneficios netos que se multiplican por cinco, pasando de US$ 7 a US$ 39 mil millones.
Frente a estos resultados, resulta evidente que electrificar la demanda de energía es la oportunidad más relevante para reducir las emisiones de gases efecto invernadero, la contaminación del aire y la pobreza energética, así como también aumentar la eficiencia energética. Para alcanzar como país la meta de carbono neutralidad en materia de mitigación de gases de efecto invernadero, debemos idear cómo sustituir el consumo de combustibles fósiles por otros menos contaminantes, e incrementar el consumo de energía eléctrica generada crecientemente por medios de energía renovables.
Lo anterior reafirma la importancia de una reactivación sostenible que vincule la estrategia climática con acciones que promuevan la creación de empleo, inversión y reducción de la pobreza energética.
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