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16/10/2018

Claudio Seebach: "Toda actividad humana, desde caminar por el cerro, deja un impacto ambiental".

Es montañista y amante de la naturaleza, pero ahora está al mando del sector con más conflictos socio-ambientales en Chile. Él lo ve como una oportunidad.

Claudio Seebach:

[Fuente: La Segunda] En 1983, cuando tenía nueve años, Claudio Seebach, junto a su padre, caminaron diez días. Partieron desde Cochrane, pasaron jornadas bajo la lluvia y cruzaron ríos, hasta finalmente llegar a Tortel. "Esa fue una de las expediciones que más me marcó", recuerda Seebach sentado en la entrada del camino de trekking del cerro Manquehuito, el que visita constantemente en bicicleta y junto a sus hijos.

"Desde Tortel nos llevó una avioneta a Villa O'Higgins volando entre glaciares", dice Seebach. "Aysén es, para mí, la región que más resume todos los paisajes fascinantes", agrega.

Aysén y, especialmente el territorio entre Tortel y Cochrane, es también el lugar de uno de los conflictos más representativos de las generadoras eléctricas: HidroAysén. Un proyecto que no está en funcionamiento, pero que impulsó la empresa eléctrica Colbún, que es parte de la Asociación de Generadoras de Chile, gremio del que Seebach es presidente ejecutivo desde marzo.

—Para muchas personas, puede ser una contradicción tu puesto de trabajo y tu afición por la naturaleza. ¿Dudaste en aceptarlo?

—No. Es más, me hace profundo sentido. Siempre me he movido por diversas causas. San Francisco de Asís, el patrono de la naturaleza, dijo que uno requiere conciliar la justicia por los pobres, el amor por la naturaleza y la paz interior. Si no pudiera conciliar eso, no hubiera aceptado este trabajo. Y estamos en un momento de la historia donde la electricidad se está transformando en la principal oportunidad ambiental del planeta. Esa oportunidad es lo que me motivó a ser parte de la transformación de esta industria. El futuro va a ser eléctrico, pero, obviamente, hoy estamos enfrentados a otra realidad.

"Cuando terminaba el colegio nos íbamos de camping"

El interés por la naturaleza de Seebach comenzó desde chico, en los viajes junto a su padre, Norberto. "Mi papá dejó la pedagogía hace 20 años y se dedicó a la fotografía de paisajes. Eso implicaba que, cuando terminaba el colegio, nos íbamos de camping. Recorríamos durante dos meses, todos los veranos, desde el norte hasta el sur. De ahí viene mi amor a la naturaleza, de haber vivido mi vida entera de camping", dice Seebach. "Cuando hoy recorro Chile, no importa donde vaya, siempre tengo un recuerdo en ese lugar".

Lo que comenzó con su padre, lo continuó con sus compañeros de universidad en desafíos cada vez más técnicos. En 1995 realizó, junto a varios amigos, la primera travesía este-oeste del Campo de Hielo Norte y, en el 96 la primera ascensión chilena al cerro San Lorenzo, la segunda cumbre más alta de la Patagonia.

En paralelo, Seebach, ingeniero industrial eléctrico de la Universidad Católica y máster en Ingeniería de Stanford, entró en las políticas públicas. A los 24 años, el padre Felipe Berríos le pidió hacerse cargo de Un Techo Para Chile.

Seebach se transformó al catolicismo. "Hay una conexión muy fuerte con la creación cuando uno ve la naturaleza. Estar parado en la punta del cerro, mirar hacia abajo y decir qué maravilla lo creado, yo no puedo conciliar que sea aleatorio", dice Seebach. Pero asegura que su conversión no viene de ahí. "Me fui acercando a una iglesia muy conectada con los desafíos sociales, con la justicia, con los pobres. Fue una conversión consciente", explica.

Luego de Techo, Seebach trabajó en el Ministerio de Obras Públicas en la administración de Ricardo Lagos. En 2005, asumió como director del Centro de Políticas Públicas UC hasta el 2010, cuando ingresó al primer gobierno de Piñera como jefe de la División de Coordinación Interministerial de la Segpres, donde debía coordinar la gestión de los ministerios.

Ahora, con 44 años, Seebach está alejado del Estado. En 2015 asumió como vicepresidente ejecutivo de la Asociación de Generadoras de Chile. Y, en marzo de este año, se volvió presidente ejecutivo de este gremio que reúne a las 12 generadoras eléctricas más grandes de Chile, entre ellas AES Gener, Colbún, Enel y Engie.

"Las eléctricas han vivido un enorme aprendizaje"

Nos juntamos con Seebach un jueves caluroso, a las 17:00 horas, en la entrada del trekking para subir el cerro Manquehuito, en Vitacura. "Yo subo de cualquier forma", dijo Seebach, quien llegó vestido con traje de oficina. Y, en las primeras secciones del camino, hasta que encontramos un lugar cómodo para la entrevista, se movió con facilidad, como quien ha estado toda su vida en la montaña.

"Por mi padre, estoy acostumbrado a ser parte del paisaje en las fotos", agregó, mientras le pedían que posara.

—El Instituto Nacional de Derechos Humanos dice que el sector con más conflictos socio-ambientales en Chile (con 38% de los conflictos) es el eléctrico. Allí hay varias empresas que representas y algunas, como AES Gener, se repiten. ¿Se están haciendo mal las cosas?

—Los datos reflejan que hemos vivido varias transiciones como país. Hoy, las expectativas son totalmente distintas a lo que fueron hace 20 años y es inconcebible hacer algo sin la participación de las personas. Los conflictos que muestra el INDH representan la historia de esta transformación. Un país que crece económicamente, que requiere energía, empleo e inversión. Pero en el cual empiezan a cambiar los estándares.

—Entonces, ¿sería positivo que se den estos conflictos?

—Toda actividad humana, desde caminar por el cerro, deja un impacto, y hoy la posibilidad de expresar los descontentos es mucho más democrática. Eso es una buena noticia. En energía, los nuevos proyectos están incorporando estos elementos. Por lo tanto, creo que los conflictos van a ser cada vez menos.

—Es positivo a nivel democrático; pero para las empresas que representas implica un costo.

—Claramente no es una buena noticia. Pero hoy las empresas hacen un enorme trabajo en transparentar tempranamente los proyectos y en relacionarse con las comunidades. Estamos en pleno proceso de crear institucionalidades y mecanismos de resolución. Nuestra institucionalidad ambiental ha servido bien, pero no será la de los próximos 20 años.

—¿Sientes que ha habido un aprendizaje en las empresas eléctricas para adecuarse a los cambios sociales y normativos?

—Las eléctricas han vivido un enorme aprendizaje y en varios casos con dolor, en el sentido de que alguna deseaba hacer algo, incluso proyectos que podían estar bien pensados, pero fueron mal socializados. Nunca va a existir la posibilidad de que un proyecto no afecte a alguien. Y las empresas han tenido un aprendizaje sobre cómo trabajar eso.

—¿Qué se debe hacer con las llamadas "zonas de sacrificio" donde hay varias termoeléctricas?

—El nombre "zonas de sacrificio" estigmatiza. Son zonas que tienen que ver con el pasado de Chile y lo que está pasando ahora tiene que ver con que las expectativas y normativas han cambiado. En materia de termoeléctricas, en particular, se hizo un cambio de normativa que implicó una fuerte inversión en los últimos cinco años que llevó a reducir entre 80% y 90% las emisiones. Los frutos de esas inversiones recién los estamos empezando a ver. De aquí en adelante, lo importante es tener datos y guiar las políticas públicas en aquellos temas pendientes.

—Las presiones sociales ya no vienen solo desde las comunidades. Están comenzando a venir de personas que quieren ir al aire libre. ¿Cuál es tu visión del acceso a las montañas?

—Es un tema que no hemos resuelto; a diferencia de como solucionamos, también con conflicto, el acceso a las playas. Buena parte de las montañas tienen dueños y no necesariamente son empresas generadoras. Hay dueños de terrenos que no quieren que entren muchos autos. Pero también hay culpa de los que van a esos lugares y empiezan a llenarlos de basura. Yo he abogado por el acceso y muchas empresas han establecido protocolos. Y he visto valles que están cerrados, no por empresas generadoras, donde he tenido problemas para llegar a preciosas montañas que a mí me encantan. Ahí tenemos una conversación pendiente.

—Los proyectos que realizan las generadoras cambian el paisaje. Lugares como el Valle de las Arenas, en el Cajón del Maipo, están muy diferentes a como eran 10 años atrás. ¿No sientes una contradicción ahí?

—No puedo hablar de proyectos específicos. Pero tiene que haber una conciliación entre lo social, lo ambiental y el desarrollo económico. Hay que considerar que Chile tiene enormes desafíos sociales, que pude evidenciar trabajando con el Hogar de Cristo y Techo, y eso requiere ser financiado. Cuando uno se enfrenta a los desafíos sociales, hay un deber ético en promover un desarrollo sustentable económico, y eso implica hacer proyectos que permitan generar los recursos que financian los bienes públicos. Pretender que no tengan impacto es irreal.

—Pero definiciones de desarrollo sustentable de organismos como la ONU incluyen la protección medioambiental. ¿Crees que hacen falta más esfuerzos?

—Chile está viviendo una oportunidad de usar la energía eléctrica para resolver los grandes desafíos ambientales, como la contaminación de las ciudades. Estamos viendo una transición y por eso en enero de este año firmamos un acuerdo de un compromiso de no desarrollar nuevas plantas a carbón.

—¿Cómo debe ser la gradualidad para que desaparezcan las termoeléctricas?

—Producto del fuerte crecimiento económico de los últimas décadas, la termoelectricidad pasó a ser la principal fuente de generación. Claramente hay esperanza que producto de la transición tecnológica podamos hacer una transición. Lo que vemos hoy, es que el sector que más rápido se está descarbonizando, es decir, reduciendo la producción de CO2, es el eléctrico. Esto va a permitir, en la medida que la factibilidad técnica lo permita, reemplazar la seguridad y confiabilidad de las termoeléctricas. Pero se requieren inversiones nuevas. Establecer una fecha es difícil y es parte de una conversación que estamos teniendo con el gobierno.

"Sueño dejarle a mis hijos ciudades sin emisiones"

Seebach, durante la entrevista, repite varias veces que la electricidad no es una las mayores fuentes de energía contaminante en Chile. "El 13% del consumo de energía sigue siendo la leña y representa el 80% de la contaminación del aire", explica. Agrega que, en 2030, esperan que la matriz, por primera vez, tenga a la energía solar como su principal fuente (hoy es solo el 5%) y que el 75% de la generación sea renovable.

"Sueño dejarle a mis hijos ciudades sin emisiones. Esas transformaciones se darán en los próximos 10 años, por lo tanto, creo que tenemos una oportunidad de transformar esta matriz y, desde la electricidad renovable, erradicar la combustión de petróleo, que es el principal energético que se consume hoy", dice.

—¿Ves un Chile 100% renovable para tus hijos?

—Hay que mirar lo renovable en el amplio sentido. La oportunidad de la energía renovable ya es un hecho, la pregunta es cuándo. Hay que conciliar la viabilidad económica, técnica y ambiental. Resolviendo estos desafíos, la electricidad va a ser 100% renovable. Pero lo verdaderamente renovable es cuando con la electricidad renovable logremos reemplazar los fósiles del resto de la economía.

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