editorial
08/07/2019

La electricidad como oportunidad para la reducción de emisiones de carbono negro

[EDITORIAL] Son diversos los contaminantes atmosféricos que inciden en el Cambio Climático, siendo los principales el CO2, el metano y el carbono negro. Estudios[1] plantean que este último es el segundo contaminante climático más relevante a nivel nacional, luego del CO2, con una participación del 15% del aporte total de nuestras emisiones del año 2016 al potencial de calentamiento global de los próximos 100 años.

 

La electricidad como oportunidad para la reducción de emisiones de carbono negro

 

De enfocarse el análisis en los siguientes 20 años, el carbono negro representaría un 33% del efecto climático de nuestras emisiones atmosféricas del año 2016, muy próximo al aporte del CO2 que rondaría el 40% (Figura 1). Por lo tanto, resulta necesario incorporar la reducción de este contaminante en nuestras acciones climáticas.

 

Figura 1: Participación en el aporte de las emisiones atmosféricas nacionales del año 2016 al potencial de calentamiento global

 

Fuente: Elaboración propia a partir de “Apoyo a la iniciativa para el plan de mitigación de los contaminantes climáticos de vida corta en Chile”. DICTUC, GreenlabUC y USM (2017). Reporte para el Ministerio del Medio Ambiente.

 

El carbono negro corresponde a una fracción del material particulado fino y se genera a partir de la combustión incompleta de los combustibles fósiles y la biomasa. Es considerado como un Contaminante Climático de Vida Corta debido a que su permanencia en la atmósfera, la que va desde días hasta semanas, es breve en comparación con el tiempo de residencia del CO2 .

A nivel nacional e internacional, el análisis de los efectos climáticos del carbono negro no tiene el mismo nivel de desarrollo que el de otros contaminantes como el CO2, pero su estudio ha generado creciente interés debido a que además el carbono negro tiene impactos locales en salud, producción agrícola y glaciares.

En virtud de lo anterior, el último Inventario Nacional de Gases de Efecto Invernadero del Ministerio del Medio Ambiente reportó por primera vez las emisiones de carbono negro del país, las que ascienden a cerca de 20 mil toneladas anuales. Según este inventario, el principal emisor de carbono negro corresponde al sector energía, con un 91% de participación, principalmente debido a la quema de biomasa a nivel residencial e industrial, y al uso de diesel para industria y transporte terrestre. En segundo lugar está el sector Uso de la Tierra, Cambio de Uso de la Tierra y Silvicultura (UTCUTS) con un aporte cercano al 8% del total nacional, explicado fundamentalmente por los incendios en tierras forestales. Por otro lado, la producción de electricidad representa menos del 1% del total nacional de emisiones de carbono negro (Figuras 2 y 3).


Figura 2: Participación por sector en las emisiones de carbono negro del país. Año 2016.

 

Fuente: Elaboración propia a partir del Inventario Nacional de Gases de Efecto Invernadero (Ministerio del Medio Ambiente, 2018).


Figura 3: Participación por combustible en las emisiones de carbono negro del país.Año 2016.

Fuente: Elaboración propia a partir del Inventario Nacional de Gases de Efecto Invernadero (Ministerio del Medio Ambiente, 2018).

 

Es decir, el consumo energético a partir de la electricidad representa menores emisiones de carbono negro que, por ejemplo, el uso de biomasa para calefacción o diesel para transporte. A modo ilustrativo, una estufa a leña emite entre 5 y 25 kilogramos de carbono negro al año, mientras que una bomba de calor eléctrica emite no más de 1 gramo al año considerando el factor de emisión actual del Sistema Eléctrico Nacional. Por otro lado, las emisiones anuales de carbono negro de un bus convencional corresponden a cerca de 5 kilogramos, mientras para un bus eléctrico el valor es de aproximadamente 7 gramos al año.

En consecuencia, la electrificación del consumo energético representa una oportunidad relevante para la reducción de las emisiones de carbono negro nacionales y por tanto, para la mitigación de sus efectos climáticos, sobre todo en los ámbitos de calefacción residencial y transporte terrestre. Esto fortalece los esfuerzos de electrificación y de descarbonización de la matriz eléctrica que ha llevado a cabo el sector en pos de una economía baja en emisiones.

Finalmente, parece ser conveniente aprovechar el proceso de actualización de nuestra Contribución Determinada a Nivel Nacional (NDC) para definir metas ambiciosas de reducción de emisiones de carbono negro que permitan vincular la agenda climático con la agenda de descontaminación local.



[1] Ver por ejemplo “Apoyo a la iniciativa para el plan de mitigación de los contaminantes climáticos de vida corta en Chile”. DICTUC, GreenlabUC y USM (2017). Reporte para el Ministerio del Medio Ambiente.

[2] Cerca del 20% de una tonelada de CO2 permanecerá en la atmósfera 30 mil años (New Zealand Climate Change Research Centre 2009).

 

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