Desafíos y medidas para avanzar en la reducción de la vulnerabilidad energética

[Editorial] El mundo y nuestro país enfrentan grandes desafíos. Seguimos viviendo los efectos globales de la pandemia, al mismo tiempo que experimentamos crecientemente los efectos del cambio climático. Los impactos de estas dos crisis se ven amplificados por las brechas de equidad existentes. Enfrentar estos desafíos es posible, pero es necesario hacerlo de manera responsable y coordinada, a través de una transición justa. La contribución del sector energético en esta transición debe ser la descarbonizacion de la economía, que a su vez debe estar alineada con una reactivación sostenible en el contexto Covid19. Esto se puede realizar vinculando acciones que promuevan la creación urgente, y a su vez sostenible, de empleo e inversión, con la estrategia ambiental y climática hacia la carbono neutralidad, la resiliencia al clima, la descontaminación urbana y la reducción de la vulnerabilidad energética.

Quizás este último aspecto aún no haya sido suficientemente abordado en nuestro país, pero resulta crucial hacerlo. A pesar de que gran parte de los hogares en Chile cuentan con acceso a energía eléctrica, aún podemos encontrar personas que se encuentran en situación de vulnerabilidad energética debido a que enfrentan barreras para acceder a servicios energéticos de calidad que les permitan cubrir necesidades básicas. Cuando hablamos de servicios energéticos nos referimos a configuraciones de uso de la energía compuestos por la combinación de artefactos tecnológicos y fuentes energéticas empleadas.

Ellos son requeridos para satisfacer las necesidades que tienen impactos directos en la salud de la población como acceso al agua, cocción y conservación de alimentos, iluminación mínima, rango de temperatura saludable, y salud de electrodependientes, y para satisfacer necesidades básicas según la pertinencia territorial y cultural como es el confort térmico, agua caliente sanitaria, tecnologías para la educación, iluminación y electrodomésticos.

Al respecto, uno de los desafíos más importantes que tenemos como país es mitigar y reemplazar el extendido uso de leña como fuente de energía para la cocción de alimentos y para calefaccionar espacios que, en su mayoría, poseen bajos estándares de aislación térmica. Este combustible es una de las principales fuentes de contaminación del aire de Chile, alrededor de 2 millones de hogares del país (30%) utilizan leña para estos fines, y ha sido asociado a altos niveles de emisiones de contaminantes tanto en el interior de las viviendas como en el ambiente.

Las regiones de Biobío, La Araucanía y Los Lagos son las que registran las mayores emisiones de material particulado fino (MP 2,5) superando 15 mil toneladas al año, monto que en gran parte se debe a la combustión de leña residencial. Debido a esto ciudades como Chillán, Los Ángeles, Temuco, Padre Las Casas, Valdivia, Osorno y Coyhaique, siguen mostrando una gran cantidad de episodios de emergencia ambiental durante el año, intensificados en los meses fríos.

A esto se suma la existencia de brechas en los hogares que no logran alcanzar confort térmico. Se presentan problemas de eficiencia energética en más de la mitad de las viviendas, medio millón de ellas no tiene o no usa calefacción y, a la vez, uno de cada cinco hogares vive con frío en invierno. Este desafío es transversal a los distintos grupos socioeconómicos y a los diversos territorios del país, pero se agrava entre los grupos más vulnerables de la población como niños, niñas y adultos mayores con importantes efectos para su salud y bienestar.

Junto a estos desafíos, también debemos avanzar en la calidad del acceso a la electricidad. En Chile el promedio de duración de las interrupciones del suministro eléctrico es superior a 12 horas, afectando principalmente a las regiones del norte y sur del país. Por ejemplo, el año 2020 la región de Atacama, Maule y La Araucanía presentaron los mayores promedios de interrupción con 23, 21 y 20 horas respectivamente.

Parte de estos datos y su análisis se encuentran en el reporte “Una mirada multidimensional a la pobreza energética en Chile” realizado por Generadoras de Chile y la Red de Pobreza Energética y cuyo objetivo fue relevar esta problemática y poder presentar sus principales características para los distintos territorios que componen nuestro país. Lo anterior, debido a que este fenómeno presenta características particulares a lo largo del país.

Esperamos que la visibilidad de esta información nos permita tomar mejores decisiones y focalizarlas de acuerdo a las necesidades de cada territorio. A su vez, esperamos que sea un insumo para enfocar esfuerzos y preocupaciones hacia los más vulnerables. Para esto, es necesario articular adecuadamente no sólo los objetivos de política pública de descarbonización y descontaminación atmosférica, sino también, la de reducción de la vulnerabilidad energética, con una visión de largo plazo y metas definidas para los diversos territorios que componen nuestro país. Siendo crucial para ello contar con mejores datos para su medición y permanente actualización.

Si ponemos a la sociedad al centro de nuestro quehacer, sin duda, la academia, las autoridades, la sociedad civil y el sector privado podemos generar un cambio en las condiciones de vida de quienes habitan nuestro país para que la energía sea una buena noticia para todas y todos.

(1) Tanto el reporte como la presentación asociada al documento están disponibles en http://generadoras.cl/documentos/estudios/reporte-n1-una-mirada-multidimensional-a-la-pobreza-energetica-en-chile